Expertos en educación analizan deudas pendientes de Bachelet el día después
de la cuenta pública
Pocas horas después de la última cuenta pública de la presidenta, distintos
expertos y académicos evalúan las promesas cumplidas en materia educacional,
pero también las que siguen en trámite.
Si bien se anunció desde La Moneda que la última cuenta presidencial de
Michelle Bachelet pondría en perspectiva todos los logros alcanzados en un
acto republicano que por primera vez no se realizó un 21 de mayo, el otro
hito fue este cierre de un período marcado por crisis institucionales, la
corrupción y ambiciosos cambios estructurales.
Sin embargo, la principal piedra de tope del gobierno ha sido la promesa de
transformación del paradigma de la educación superior, según la socióloga
especialista en educación y doctora en psicología de la Universidad de
Valencia, Paulina Vidal. La experta cree que el gobierno no ha alcanzado a
abarcar las demandas del movimiento estudiantil del 2011, pero sí ha alzado
algunos de esos temas sin un objetivo claro.
“El paradigma de la educación como bien de consumo y como un derecho social
no ha contado con un rumbo concreto sobre cómo va a reformarse o sobre cómo
se desprenderá de la perspectiva neoliberal que ha caracterizado la entrega
de fondos públicos. Esto es, un gobierno que asegura en los hechos que la
educación es una promesa que resuelve todos los problemas. Una reforma de
carácter estructural debe revisar además la manera de hacer crecer la
matrícula de las instituciones de educación superior estatales que hoy no
supera el 14,8%, en tiempos en que la universidad más grande del país es una
privada”, dice sobre los intereses en suelo chileno de Laureate
International Universities, red a la que pertenece la Universidad Andrés
Bello. “Para esto hay que cambiar el modelo económico en educación que
persiste en el país desde 1981”, sostiene.
La profesora de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano explica que
estos grandes cambios, exigen al gobierno potenciar un proyecto estatal que
fortalezca la educación desde lo público en instituciones que no lucren y
donde se desarrollen carreras ancladas en las necesidades reales del país,
con investigación relevante y sustentable: “una concepción de la educación
pública que va a la baja”, señala.
Retrocesos y avances
En tanto el sociólogo y Magíster en Antropología y Desarrollo, académico
Raúl Zarzuri de la misma casa de estudios, también es especialista en
culturas juveniles y desde esa perspectiva describe como plegarias no
atendidas la falta de diálogo con las partes interesadas en cambios de
materia educacional.
“Por ese lado, no se ha podido llevar a cabo adecuadamente la reforma a la
educación superior y podemos incluso hablar más de retrocesos que de
avances. Creo que desde un comienzo no se pudo explicar bien el proceso y,
aunque hubo mucho impulso para actuar, no hubo criterios de racionalidad
acorde a la realidad que vive Chile. Un proyecto de este tipo exigía mucho
más consenso y menos políticas entre 4 paredes”, cree.
Por su parte Alexis Chelme, Magíster en Educación, cree que la lista de los
temas en deuda de esta gestión de la mandataria tienen relación con la
ejecución de la inclusión de la que tanto se ha debatido. “La inclusión, ya
sea en aspectos de género, niños migrantes o la educación diferencial, es
algo que no pasa únicamente por definiciones políticas –dice- No basta con
preparar bien a los profesores en este aspecto, sino integrarlos a nivel
multidisciplinar con otros campos asociados a las ciencias sociales y de la
salud, pero eso es algo que está sujeto a la posibilidad económicas tanto
de los establecimientos como de estos profesionales”, explica.
“En general la escuela, desde el Estado se sigue pensando en resultados de
mediciones como el Simce y no en genuinos procesos formativos de educación
básica”, señala el director de la carrera de Pedagogía en Educación Básica.
Detalla también que otro pendiente relevante es legislar para generar las
condiciones para que el tiempo que los profesores dedican a la actividad
docente también sea parte de la calidad educativa que se debate desde el
primer gobierno de Bachelet.
Identifica como avances la preocupación por mejorar mecanismos de
perfeccionamiento docente durante este período. “Siempre es positivo ser más
exigente en ese aspecto, sin embargo no puede seguir siendo el principal
criterio el puntaje PSU de los postulantes a las pedagogías. Se necesita
algo más integral en esa definición para identificar a un buen profesor,
sobre todo si pensamos en la desigualdad de nuestro país, algo evidente y
que se denota en las educación para ricos y pobres”, dice Chelme.
