Opinión

Ricardo Camargo analiza el escenario político: “Piñera es un retroceso brutal para Chile”

Luego de una ardua campaña, el profesor de Derecho y destacado frenteamplista ha vuelto de lleno a sus actividades académicas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Pero en Pio Nono nunca se está alejado de la política. Desde ahí nos entrega su visión sobre los desafíos que enfrenta el país de cara a la segunda vuelta presidencial de este domingo.

 

  1. ¿Cómo evalúa el resultado obtenido por el Frente Amplio, tanto en la elección presidencial, como parlamentaria y de consejeros regionales, y más allá de los números como proyecta el futuro de la coalición?

 

Con el paso de los días, es claro para todos que los resultados que obtuvo el Frente Amplio el 19 de noviembre fueron extraordinarios. Más de un 20% para Beatriz en la presidencial, una bancada parlamentaria de 20 diputados/as y 1 senador, también una parrilla de potente de Consejeros Regionales a lo largo de Chile. Estos guarismos estuvieron por sobre lo que el mismo FA pronosticaba y pusieron en los hechos fin al duopolio en Chile. Ahora bien, te puedo decir que haciendo campaña en terreno y conversando con la gente, este apoyo, sobre todo a Beatriz, se palpaba. El pueblo ve en ella, que encabeza el Frente Amplio, una esperanza que se ha levantado. Beatriz es hoy el liderazgo mejor proyectado de toda la centro izquierda, no solo del Frente Amplio. Creo que eso es evidente y que ya lo reconoce la sociedad.

El futuro de la coalición, como dices en tu pregunta, debe proyectarse desde ahí. Se han depositado confianza y anhelos en esta alternativa política, que ha obtenido resultados históricos esta vez, que superan por lejos a lo que habíamos logrado en el pasado quienes apostamos por un camino por fuera del duopolio. En estos cuatro años que vienen seremos oposición al gobierno que salga -sea este Guillier o Piñera-, una oposición constructiva y propositiva, desde luego. Tenemos el desafío de mostrar al país, con nuestro desempeño, que además de criticar a la política tradicional de derecha y de la Nueva Mayoría, ofrecemos una alternativa real para liderar el país, tal como lo han hecho Jorge Sharp, Gabriel Boric, Giorgio Jackson, a quienes hoy sumamos más fuerza. Este 2017 sentamos cabezas de playa, desde las cuales saldremos ahora a conquistar más allá. Ya comenzó el camino para ganar las elecciones de 2021.

 

2.- Respecto a la caricatura que se hacía del FA, como un grupo de elite, sin penetración en el mundo popular, le parece que el FA desmitificó ese cartel asignado por los vestigios de la Nueva Mayoría, o queda camino por recorrer en ese sentido?

 

Nosotros apostamos a que el Frente Amplio se construya y avance junto al Chile real. Muchas veces nos criticaron, y esas críticas a menudo provinieron de la elite -ahí lo paradójico-, diciendo que éramos una coalición sin real base ni vinculación con el mundo popular. Los resultados de las elecciones demostraron que esa crítica tenía poco asidero en la realidad, pues en comunas populares como Quilicura y Maipú, por dar sólo dos ejemplos, el apoyo que obtuvimos fue muy alto. Ahí la segunda vuelta era entre Piñera y Beatriz.

Ahora bien, siempre queda camino por recorrer cuando se trata de la vinculación entre la política y la sociedad. Nosotros creemos que para construir la articulación que se necesita, no basta la voluntad de coaliciones, dirigentes o candidatos. Se necesita también generar y fortalecer los mecanismos de participación que la institucionalidad reconoce y entrega a la ciudadanía. Las personas no están lejos de la política porque sí, sino porque las formas de organización -barrial, sindical, comunitaria- han sido vaciadas de su poder de incidencia en la vida de las personas. Te doy un ejemplo. Los conflictos socioambientales son cada vez más significativos en las comunas de Chile. Pero a pesar de ello, nuestra legislación ambiental incluye mecanismos de participación ciudadana muy limitados y propios de un país extractivista, en donde las personas solo son consideradas como mano de obra (fuerza productiva) y no como comunidades empoderadas con derechos sobre sus territorios (TilTil es un caso dramático en tal sentido, convertido hoy en una zona de sacrificio). Es necesario revertir esa situación, y movernos hacia un desarrollo compatible con las personas y el medioambiente.

 

3- ¿Cuales son los desafíos del FA en el ámbito político y de generación de ideas para consolidarse como una opción de gobierno, en particular del Movimiento Autonomista al que pertenece?

 

El Frente Amplio debe entender que la ciudadanía lo ha consagrado como la coalición política con más futuro en Chile. Eso implica una gran responsabilidad. Visualizo al menos dos grandes áreas de trabajo en lo inmediato. En primer lugar, el Frente Amplio debe definir una institucionalidad que esté a la altura de la confianza obtenida. A mi juicio, ello supone dotarnos de una estructura organizativa radicalmente democrática, inclusiva, diversa y ciudadana, que incluya espacios de permanente participación de la gente que nos votó y que por cierto considere la elección de los máximos representantes del Frente Amplio mediante votación secreta, directa y universal (una persona un voto), de lo contrario podríamos condenarnos a una peligrosa ruta de burocratización o segmentación. Esto, por cierto, no implica dejar de dar cabida al interior del Frente Amplio a las organizaciones sociales, partidistas o movimientales que hoy lo conforman, además de las que se sumen en el futuro, pero se debe entender que el Frente Amplio es un referente político propio que supera dialécticamente a cada uno de sus integrantes. Es el germen de un bloque político que encarna un proyecto hegemónico, ni más ni menos, y hay que dar fiel expresión a esa potencia transformadora.

En segundo lugar, el Frente Amplio, desde luego, debe aprovechar el tiempo y prepararse sin falsos pudores para gobernar en el futuro próximo. Quiero ser claro en esto. A la izquierda siempre le ha acomodado más un rol de contestación y/o de resistencia. Ello no está mal per se, pero es preciso entender que la situación es distinta hoy. El Frente Amplio debe preparar personas, reunir conocimientos, construir relaciones (nacionales e internacionales) y disputar imaginarios (culturales y estéticos) de cara al 2020-2021. Debemos convertirnos en un dispositivo que movilice saberes y quehaceres políticos y culturales que nos hagan ganar la batalla por el gobierno aun antes de las elecciones.

En cuanto al Movimiento Autonomista su desafío es similar, pero en su propia escala. Ha llegado la hora de copar la institucionalidad y devenir en partido político propiamente tal. Hay varias razones para ello, pero acá solo nombraré dos. Primero, no hay que olvidar que las instituciones son momentos de condensación de fuerza y, en tal sentido, que un Movimiento que obtuvo más de 100 mil votos en todo Chile se convierta en un partido político legal, me parece que es una consecuencia natural. Supone reconocer que la política tiene momentos de movilización y de posicionamiento, y lo mismo alcanza a los actores que participan en ella. Requerimos la institucionalidad para administrar y ampliar las adhesiones obtenidas desde la gente que nos observa con esperanza.  Segundo, la institucionalidad partidista permitirá saldar dos grandes falencias que tuvo el Movimiento Autonomista en las disputas electorales que enfrentó: recurso propios (no sólo monetarios sino también simbólicos -la importancia del nombre es vital, ya lo decían los nominalistas!); y un nicho identitario más claro donde acumular. No es posible hacer política sin una forma de ser a la que uno convoca, y eso -me parece a mí- se encarna de mejor manera con una arquitectura institucional partidista, con órganos y cuentas claras. De otra forma, corremos el riesgo que sean solo personalidades nuestros referentes y convocantes, lo que termina siendo siempre una convocatoria espuria.

 

4.Respecto de las críticas a la posición asumida por su conglomerado ante la segunda vuelta de este domingo, le parece que fue suficientemente clara?

 

El Frente Amplio ha dicho tres cosas, todas ellas correctas: hay que votar el domingo, hay que votar en contra de Piñera y no da lo mismo quien gane pues un triunfo de Piñera sería un grave retroceso para el país. Lo mismo ha dicho el Movimiento Autonomista. A mí me parece que siendo ello bastante claro, requería sin embargo ser complementado más explícitamente con cuál será la decisión electoral a la que convocamos a los chilenos y chilenas el próximo 17 de diciembre, asumiendo que será la ciudadanía quien decidirá en definitiva. Por eso, yo en lo personal he agregado que todo lo anterior implica marcar el voto por Guillier, y lo mismo ha dicho Beatriz Sánchez, Giorgio Jackson, Gabriel Boric y Alberto Mayol, entre otros, también de manera personal. ¿Cuál es el punto en cuestión? Lo voy a decir con toda claridad: Piñera es un retroceso brutal para Chile, pero no es claro que un eventual gobierno de Guillier signifique un avance sustantivo en las reformas progresistas que el país requiere. Y la razón es evidente: al interior de la Nueva Mayoría conviven sectores retardatarios que han siempre mostrado mucha habilidad para enredar las transformaciones. Esa es la historia de de la Nueva Mayoría, qué duda cabe. Por eso, hay que ser preciso con el país. El domingo 17 de diciembre gran parte de los frenteamplistas marcaremos por Guillier, pero desde ese mismo día comenzaremos a preparar al Frente Amplio para ser oposición al gobierno que resulte y encaminarnos para ser gobierno el 2022. No hay, desde nuestra perspectiva,  otro camino más correcto para hacer realidad las transformaciones programáticas que disputamos en primera vuelta.

 

5.- Qué análisis hace de la actitud de Alejandro Guillier para con el FA, más allá del discurso, en cuanto al fondo de las propuestas de Beatriz Sánchez y como puede influir esa actitud en el resultado del domingo?

 

Guillier desaprovechó la oportunidad de incorporar con más extensión y claridad las propuestas programáticas del Frente Amplio. Hoy, a 2 días de la segunda vuelta, su programa es una versión deslavada y ambigua de las transformaciones que el país requiere en salud, pensiones, educación y cambio constitucional -por lo demás, muy a la usanza de lo que siempre ha hecho la vieja Concertación. Digo más, me parece que Guillier no leyó el mandato de cambio que se expresó con claridad en la urnas, más allá incluso de la votación obtenida por el Frente Amplio. La gente no quiere más AFP (no bastan solo reformas laterales al sistema) y quiere con claridad gratuidad en todos los niveles educacionales (y no postergaciones a 80 años plazo!). Si Guillier pierde el domingo -ojalá no ocurra- será entera responsabilidad de los viejos guardianes del establishment que primaron en su candidatura, que no se les olvide y luego se llore sobre la leche derramada! Ahora, si Guillier gana, lo hará en gran medida gracias a todos aquellos que, más allá de sus simpatías o antipatías con Guillier, madura y generosamente con Chile entendieron que Piñera es un mal mayor. Ojalá Alejandro Guillier y su equipo estén a la altura de ese gran signo de madurez del país y sepan con posterioridad ganarse la confianza de un pueblo que estará atento al cumplimiento de sus promesas. A todos esos chilenos y chilenas de buena voluntad, incluido a muchas bases honestas de la Nueva Mayoría (comunistas, socialistas, democratacristianos, independientes, etc), les decimos: de nosotros depende que el 2021 no tengamos que estar optando nuevamente por el mal menor. El Frente Amplio pondrá todo su empeño para trabajar con ese horizonte de esperanza, y en ello seremos generosos e inclusivos.

 

  1. ¿Cómo ve el escenario de segunda vuelta, cómo proyecta un eventual triunfo de Guillier o Piñera para el país y el FA?

 

Quiero hacer el siguiente punto en esta respuesta. La situación política del Chile actual tiene, en mi juicio, dos clivajes. El primero es construido a partir de las demandas por derechos sociales, gratuitos y de calidad, primero en educación y ahora en pensiones. ¿Qué hay detrás de esas demandas que movilizaron a miles de chilenos desde al menos el 2006? Un agotamiento del modelo neoliberal en dos aristas específicas: las promesas incumplidas en materia de ascenso social para vastos sectores que el modelo incluyó en su cobertura educativa (y de ahí la crisis de la educación), y la fragilidad e incertezas crecientes de la vida de las personas en la vejez (y de ahí la crisis de las AFP). El segundo clivaje, es el de la “crisis de la política”, expresado en los casos de corrupción que azotaron el sistema político con fuerza a partir del año 2014, al menos, y que se expresan en la demanda por “nuevas caras”, “manos limpias”, “no más de los mismos de siempre” o en su versión más negativa “no creo en los políticos”. Son dos tipos de demandas (derechos sociales y nueva política) que las distintas coaliciones -la derecha, la Nueva Mayoría y el Frente Amplio- enfrentaron en la disputa electoral del 19 de noviembre recién pasado. Más aún, podemos decir que gran parte del éxito electoral del Frente Amplio y de Beatriz Sánchez en particular, es que encarnó de mejor manera (de forma más creíble, más adecuada, más fidedigna) una respuesta a esas demandas. Y ahora, gran parte de la sensación de opacidad que ha envuelto a esta segunda vuelta presidencial se debe al hecho de que ninguna de las dos coaliciones que disputarán el balotaje se encuentran en condiciones estructurales de dar satisfacción a esas demandas. Se trata de dos coaliciones que encarnan el agotamiento del modelo, y será muy difícil que ese déficit estructural que las afecta pueda ser neutralizado. Por supuesto, podrá ser administrado. Pero en la medida que el Frente Amplio entienda que su emergencia se debe a que en él se condensó (en sus líderes, en su discurso, en su ética, en su estética) las esperanza de satisfacción de esas demandas, su futuro no solo parece promisorio sino protagonista. Lo diré a contrario sensu: gane quien gane el domingo 17 de diciembre, gobernará el pasado. Un pasado que no se ve cómo podría librarse de prácticas de vieja política y corresponsabilidad en las grietas profundas de agotamiento del modelo neoliberal. Y no se ve cómo, pues ambas coaliciones son co-autoras directas de dichos clivajes, y por tanto su responsabilidad no es eximible. Como dijera Derrida, a partir del 19 de diciembre se inaugura una etapa de “futuro anterior”. Un reloj se ha echado andar.

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