
25 Octubre 2021 12:04
Por Manuel Woldarsky, constituyente D10. 10
Son las 5 AM, Irma se levanta antes de que amanezca para poder ir a su trabajo. Es trabajadora de casa particular en Vitacura, y el viaje desde La Pintana es largo, pero no le complica; una vez debió viajar cientos de kilómetros por los mismos motivos, pues en Hualpén no hay muchas oportunidades laborales.
Lo dejó todo para buscar una vida mejor, no fue mucho lo que encontró, pero ella agradece porque al menos tiene pega, no quiere perderla. Por eso se levanta temprano, por eso y porque el Metro no llega a su casa, y aunque llegara, se gastaría todo su sueldo solo en pasajes, por eso se va todos los días en micro, para ahorrarse el pasaje, aunque se demore tres horas en llegar.
Apenas llega a la casa va a la cocina para preparar el desayuno y llevarlo a la cama de la señora Marlene, mientras lo hace se pregunta si en su casa habrán desayunado, si la Loretito habrá encontrado el pan que le dejó.
En casa, Loreto su hija, la espera con ansias, a ella le encantaría verla más, pero no puede, mal que mal, su mamá debe pasar entre 15 y 17 horas fuera de su casa por razones laborales, el resto lo deja para cocinar y dormir. Su hija lo entiende, admira mucho a su madre, pero sabe de sobra lo mucho que la ha extrañado, lo mucho que le ha hecho falta y lo difícil que ha sido para ella lidiar con sus dos meses de embarazo…Su futuro la aterra, ojalá estuviera su madre a su lado…
Irma está ausente, no porque lo desea, sino debido a su trabajo, lamentablemente a pesar de su gran esfuerzo, deberá seguir trabajando, aun cuando su edad le permita jubilarse, pues pocas veces sus patrones han pagado sus imposiciones. Lo más probable es que llegado el momento tendrá que contentarse con una pensión del Estado, que en la actualidad ni siquiera alcanza para cubrir los medicamentos.
Yo me pregunto al conocer esta y muchas historias de vida como esa: ¿Acaso esto no es violencia?
Una hora más tarde sale Óscar a trabajar, él es profesional, es un profesor con 10 años de experiencia y un magíster a su haber. Sin embargo, aún no ha podido cumplir su sueño, gana mucho para el Estado y muy poco para los bancos, por lo que la casa propia se ve muy lejana.
Le tocó comenzar a trabajar en segundo medio, cuando se dio cuenta de que la situación en su hogar era muy precaria.
Todos lo felicitan, por su esfuerzo y vocación, porque salió desde abajo e hizo lo necesario, pero la verdad es que fue uno de los pocos que rompió la barrera de la pobreza entre los habitantes del barrio en que vivió de niño.
Cuando visita a su madre, también visita a sus amigos de infancia, ahí el panorama es desolador. La mayoría está atrapado en vidas que no les gusta, algunos se han vuelto visitantes activos de las esquinas narcos, hay otros que ya no están, la droga y la delincuencia se los han llevado.
Conoció de cerca la vida dura en el límite entre La Florida y La Granja, motivado por esa experiencia, decidió ser profesor y trabajar en la Cárcel de Menores. Cuando lo comenta, la mayoría de las personas se sorprenden, pues mucha gente no sabe que en Chile existen cárceles de menores, así como tampoco entienden lo que significa ver, día a día, la acumulación de jóvenes que la sociedad ha desechado.
Ese es el verdadero baile de los que sobran, adultos de 14 o 15 años que sin tener muchas opciones han perdido sus sueños y sus vidas en un espacio que los escucha llorar a diario, y no los deja ver más allá que la ley del más fuerte, la de salvarse para sobrevivir.
Él sabe que no trabaja con santos, pero en parte los entiende, pues allí claramente hay un patrón: ausencia de figuras paternas y maternas, drogas , expulsiones, hambre, miseria y falta de oportunidades. También se repiten los orígenes: La Granja, La Pintana, Lo Espejo, Puente Alto, Renca, Quilicura. Ninguno de sus estudiantes vive en La Reina o Ñuñoa; ni hablar de Vitacura o Las Condes, esos son lugares para ir a trabajar.
Óscar termina sus 44 horas a la semana en el colegio, pero su jornada laboral se extiende mínimo 20 horas más, así su tiempo familiar se va entre pruebas y guías.
¡La violencia tiene muchas caras!
Irma y Óscar no se conocen, pero recorrieron juntes la Alameda y la Plaza de la dignidad el viernes 18 de octubre del año 2019. Eran solo un par de ejemplos de las historias que se cruzaron ese día, eran solo dos granos en el mar de despojo y desigualdades, fueron solo dos entre millones que vivieron y aún viven la vida a tumbos, que buscaban y continúan buscando sobrevivir.
Irma y Óscar no son dos nombres ficticios, son historias de vida, son pequeños fragmentos de la violencia que día a día se vive en nuestro país…
¿Qué si condenamos la violencia? Por supuesto, venga de donde venga.
