Religión

Por qué Alejandro Goic debe dejar de ser Obispo: cuestión de principios

Hoy el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal decidió aceptar la renuncia del Obispo de Rancagua, Alejandro Goic Karmelic, a la presidencia del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas, un cargo que ostentaba desde que fuera creado el ente y quedó de forma interina el Obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González Errázuriz.

El Comité Permanente expresó públicamente en un comunicado su agradecimiento a monseñor Alejandro Goic indicando que, “desde la creación del Consejo en el 2011, ha trabajado incansablemente, junto a un selecto equipo de profesionales, para adoptar todas las medidas necesarias que permitan erradicar de la vida de la Iglesia el abuso sexual de menores y todo tipo de abuso de poder”.
Asimismo, el Comité Permanente “agradece muy especialmente su constante esfuerzo y dedicación a la escucha y acogida de las víctimas de estos delitos y pecados de algunos ministros de la Iglesia”.
El por qué afirmar que monseñor Goic debe dejar de ser obispo es, simplemente, porque nada de lo que hemos destacado más arriba se aplica a lo ocurrido en su propia Diócesis, donde hoy 14 sacerdotes están “suspendidos de sus cargos” y uno de ellos denunciado a la justicia por abusos sexuales, mal uso de dineros parroquiales y conductas reñidas con el celibato.

¿Que él adoptó dichas medidas contra los sacerdotes cuando llegó del Vaticano hace unos días? Es cierto. Pero también es cierto que no lo hizo sino hasta después que Canal 13 emitiera el reportaje con pruebas irrefutables y donde él quedaba en muy mal pie ante la Opinión Pública. Tanto así, que sus primeras declaraciones fueron “inconcebibles”. Que era Obispo y no detective para investigar; que nunca hubo denuncia formal de Elisa Fernández, pese a haberse reunido 4 veces a petición de ella para exponerle las situaciones de abuso en la Diócesis. O al final, que pidió perdón porque no creyó y no actuó con la agilidad debida.

Monseñor Alejandro Goic era hasta hoy el presidente del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas. Un cargo que mantuvo desde que se creó la instancia en 2011 y cuyo principio orientador indica que “es prioridad absoluta la protección de los menores de edad y de los adultos vulnerables, de manera que ellos puedan crecer en la fe en un ambiente que preste especial atención y cuidado a su propia condición”. Eso no pasó en la Diócesis de Rancagua.

En segundo lugar, y desde el 2011, existe un protocolo de denuncia de abusos sexuales en la iglesia, conocido y promovido por el propio obispo Goic. En él se indica textualmente que al Ordinario (al Obispo) le corresponde investigar en caso que tenga noticia al menos verosímil de la ocurrencia de un delito. Debe por tanto, investigar con cautela, tanto los hechos, como las circunstancias y la eventual imputabilidad por ello (…) En esa calidad podrían considerarse los rumores continuos que ameriten el conocer o revisar los antecedentes de la persona, así como también la impresión personal que se puede tener del denunciado si es verificable con otros indicios. En todo caso, el discernimiento final de lo que constituye una noticia le corresponde al Ordinario. La omisión del Ordinario (Obispo) podría constituir el delito”( c.1389 §2 “Quien por negligencia culpable, realiza u omite ilegítimamente y con daño ajeno un acto de potestad eclesiástica, del ministerio u otra función, debe ser castigado con una pena justa”.) El obispo Goic tenía la obligación -en función de su cargo- investigar la denuncia de Elisa Fernández, e incurrió en negligencia culpable al no hacerlo no solo una, sino 4 veces.

El obispo Goic tenía la obligación -en función de su cargo- investigar la denuncia de Elisa Fernández, e incurrió en negligencia culpable al no hacerlo no solo una, sino 4 veces.

Siguiendo solo el protocolo de denuncia se establece “la obligación de derivar la comunicación de las denuncias al Ordinario (al Obispo), pesa gravemente sobre quienes reciben estas informaciones y no se deben retrasar bajo ninguna circunstancia. El Obispo Goic llega a pedir hasta perdón por no haber sido ágil en actuar.

La Guía de la Iglesia contra los abusos sexuales

En 2015 la Iglesia aprobó un texto guía aprobado en la 109ª Asamblea Plenaria de la CECh de ese año, donde lo primero que hace es definir el concepto de abuso sexual de menores “que comprende todo comportamiento pecaminoso, verbal o corporal, de naturaleza sexual cometido por un clérigo contra un menor de 18 años de edad, al que se equipara un adulto con uso imperfecto de razón. Igualmente, es un delito de competencia reservada a la Congregación para la Doctrina de la Fe la adquisición, posesión y distribución de pornografía de menores de 14 años de edad. Así también, se ha tenido presente que para la configuración del delito basta un solo acto inmoral”. La Guía también expresa “de manera concreta que entre las importantes responsabilidades del Obispo diocesano se encuentra la de asegurar el bien común de los fieles (…) Por este motivo, el pastor está llamado a dar una respuesta adecuada y oportuna a los eventuales casos de abuso sexual a menores de edad cometidos en su Diócesis por parte de miembros del clero“.

En síntesis, el Obispo Goic no cumplió con los preceptos sin duda por él escritos o revisados para, precisamente, evitar lo ocurrido en su Diócesis.

Se le olvido al Obispo lo que señala taxativamente esta Guía: “No hay lugar en el sacerdocio para quienes abusan de menores, y no hay pretexto alguno que pueda justificar este delito. A las personas directamente afectadas y a las comunidades que en Chile han visto en algún sacerdote motivo de escándalo, les pedimos perdón, y les exhortamos a comunicarnos estos hechos”. Elisa Fernández libró una batalla que no le correspondía y fue escuchada solo fuera de su Iglesia.

Pensar que el Obispo Goic, debe dejar su cargo no es una demanda, es una cuestión de principios.

Obispo Goic renuncia al Consejo de Prevención de Abusos de Menores. Era insostenible.

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